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Inauteriak

HISTORIA

CARNAVALES EN AOIZ

Hasta el Domingo de Quincuagésima por la tarde no comenzaban las carnestolendas de esta villa. Era entonces cuando las angostas calles del pueblo se transformaban en animado escenario del rico colorido carnavalesco. Según transcurrían las primeras horas vespertinas, el número de los jóvenes disfrazados o kaskabobos aumentaba en la vía pública, y otro tanto diremos acerca de la presencia de las jóvenes, de las mozas maskaritas.

Las maskaritas lucían falda de amplio vuelo y una chamba ajustada a la cintura. Calzaban zapatos, iban con llamativo sombrero y un velo algo grueso cubría las caras. Unas maskaritas señoreaban con un abanico y otras jugueteaban mojando sorpresivamente con agua a todo aquél que cruzaban en el paseo. Para ello se valían de un pequeño recipiente de goma oculto en la mano.

Los kaskabobos escondían el rostro tras un antifaz y una tela. Vestían calzón rayado de distintos colores y a juego con una camisa ablusonada, en cuyo interior y ajustadas a la cintura sonaban varias campanillas al menor movimiento del personaje carnavalesco. Los kaskabobos calzaban alpargatas y medias atadas debajo de la rodilla. El gorro era de traza de cono, y de este ttuntturro colgaban varias cintas del mismo color que el traje. En la mano llevaban un palo con una cuerda de la cual pendía una media o un calcetín lleno de trapos, al que denominaban bota. Con la bota golpeaban a quien se ponía a su alcance. Nada de particular, pues, que la exclamación ¡viene el kaskabobo con la bota! Se escuchase de manera tan generalizada como reiterativa en el transcurso de la intervención festiva de estos mozos disfrazados.

Al anochecer desaparecían los kaskabobos y las maskaritas y los mozos proseguían el Carnaval en la taberna.

El Carnaval del Martes principiaba asimismo por la tarde, con la presencia de las maskaritas y los kaskabobos. A la caída de la tarde descubrían el rostro y todos, maskaritas y kaskabobos, salían en cuestación, desperdigados y con la cesta para los huevos, la longaniza y el tocino. Al llegar a una casa en luto pasaban de largo.

Con el beneficio de la postulación y el vino y el pan que los pagaban rascando los respectivos bolsillos, cenaban en cuadrilla.

Los grupos de kaskabobos se repartían en las tabernas. Las maskaritas se reunían en varias casas particulares.

La cena de las maskaritas y los kaskabobos cerraba estas fiestas de invierno, que hacen historia hasta el año 1936, con el paréntesis de la guerra y recuperándose de nuevo en los años 60.

“Carnaval en Navarra”
Juan Garmendia Larrañaga
En Aoiz: José Iglesias Redín, 70 años, y María Imizcoz Hualde, 68 años. El 19 de septiembre de 1983.


KASKABOBO ETA MASKARITEN KALEA IREKI BAINO LEHEN SOINUA:

Musika (MP3)

FANDANGO AGOIZKO:

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BIDEOAK:

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INAUTERIEN IPUINA:

En Aoiz hay una calle adoquinada

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KIROLAK:
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